El crimen ha conmocionado al movimiento LGTBI, que, a la espera de los resultados de la investigación, recuerda que las agresiones no son hechos aislados, sino que forman parte de una «violencia estructural», aunque rara vez el móvil discriminatorio tiene recorrido: «Parece que tienen que decir ‘te estoy matando por maricón y no por otra cosa'», dice el abogado Isaac Guijarro.
El homicidio de Samuel, el joven de 24 años que perdía la vida en A Coruña pocas horas antes de la celebración del Orgullo LGTBI estatal tras recibir una brutal paliza, ha desatado una ola de indignación y conmoción en la comunidad LGTBI. La investigación está abierta y tras publicarse el testimonio de testigos que relatan que fue amenazado con insultos homófobos –»¡Para de grabarnos si no quieres que te mate, maricón!»–, la delegación del Gobierno se ha abierto a la posibilidad de que se trate de un crimen discriminatorio. El caso ha puesto el foco en la violencia que el colectivo LGTBI sigue recibiendo a pesar del avance de las últimas décadas, y que tiene uno de sus reflejos, el más visible, en las múltiples denuncias de agresiones por este motivo acumuladas en las últimas semanas.
El monitoreo que hacen anualmente los observatorios contra la LGTBIfobia de varias comunidades apuntan a que este tipo de incidentes crecen cada año, pero hay que tener en cuenta que se trata de las denuncias que hacen los propios afectados. Los datos disponibles de 2020, con las peculiaridades de la pandemia, apuntan a conclusiones contrapuestas: algunos como el de Madrid, donde se anotaron 259 actos discriminatorios, registraron una disminución respecto a 2019, mientras que otros como la Comunitat Valenciana o Catalunya han detectado una escalada (140 y 189 respectivamente).